Durante los últimos años ‘Supervivientes’ ha dejado escenas de tensión de todo tipo. La más icónica y recordada fue la caída de Bosco Martínez Bordiú desde una rueda que no dejaba de dar vueltas sobre el mar y sobre la que se golpeó saliendo disparado de forma muy violenta. Este martes, el programa volvió a coquetear con la tragedia un día más.
Los participantes peleaban por una fuente de chocolate con churros, una dosis de comida no al alcance de cualquiera en el concurso. Por tanto, la batalla apuntaba a ser ardua entre los dos equipos. Para ganarla, tenían que llenar un balde de agua hasta que cediese para, más tarde, desenterrar unos cubos haciendo una torre.
Borja, Álex, Escassi, Anita, Montoya y Carmen fueron los primeros en hacer la prueba y no tuvieron ningún percance. Claro, que fueron con los pies de plomo al ser los primeros en ejecutarla. El segundo equipo, Pelayo, Joshua, Damián, Nieves y Manuel, ya tenía claro qué tenía que hacer para superar a los primeros.
Pelayo era el encargado de colocar los últimos bloques de una torre que podía llegar a los varios metros de altura. El modista, cual casteller, se ponía en pie sobre los brazos de sus compañeros para llegar más alto con la mala fortuna de que cayó de muy mala manera al suelo. Sin embargo, volvió a levantarse, aunque visiblemente afectado por el golpe.
No obstante, minutos más tardes, Pelayo volvió a caer y esta vez parecía mucho más grave. Boca abajo, sus gritos y llantos alertaron a la organización del programa y a un equipo médico que no tardó en aparecer en escena. Por suerte, la cosa no fue a más y pudo continuar en liza, aunque no sería su único susto de la noche.
En otra de las pruebas, Díaz tuvo que imitar la posición de Jesucristo colgado sobre una cruz con los brazos. En un esfuerzo titánico, quien fuera asesor de ‘Cámbiame’ aguantaba como buenamente podía ganándose los elogios de la audiencia. “En menos de 10 minutos casi se rompe la columna y se ahoga en pleno directo”, escribió una tuitera. Otros, como la mayoría, se preguntaban si la dureza de estas pruebas era necesaria. “Es incomprensible que no hubiera, al menos, unos cascos”, lamentaba otro.
