‘Supervivientes’ es un programa que da para hablar mucho entre los concursantes, y es que una de las pocas formas que hay de ‘matar el tiempo’ es charlando. A pesar de que el hambre y los roces de la convivencia provocan más peleas que abrazos, siempre hay momentos para sincerarse, emocionarse o incluso ponerse picantes, y eso es lo que ha hecho Montoya en las últimas horas: con su acercamiento a Carmen Alcayde, el sevillano se ha abierto como pocas veces en televisión sobre su pasado, y hasta le confesaba a la presentadora detalles de su precoz despertar sexual.
Una de las revelaciones que hacía Montoya, que tuvo bronca con Anita, sobre sus inicios en el sexo sorprendía hasta al equipo de ‘Supervivientes’, que en la red social X reaccionaba con incredulidad a lo que contaba en los Cayos Cochinos sobre su primera vez con una chica… aunque él entró ‘por la puerta grande’ estrenándose con ‘doblete’, y es que parece que su labia le ha llevado muy lejos desde muy jovencito: «Fue con unas amigas de mi hermana. Me cogieron por banda, eran mayores… y de la risa al llanto y del llanto a la risa… surgió con las dos, con una y con otra». Eso sí, quiso matizar que no a la vez: «Pero no en la misma cama», apuntó.
Por otro lado, el despertar sexual de Montoya comenzó un poco antes, y es que un chico, en plena adolescencia, no puede evitar explorar su cuerpo: «A los 12 años yo ya inauguro los 5 dedos, y desde los 12 años no he parado, hasta que tengo treinta y tantos», señalaba el sevillano para risa de Carmen. Además, hacía una curiosa analogía sobre cómo aprendió en el sexo, ya que suele ser un tema bastante tabú, no tanto ahora, pero sí en los 90 cuando él creció: «Yo creo que lo que se ve se aprende. Si yo veo cómo se nada, aprendo a nadar, y desde los 12 años ya estaba bien. Entonces había los DVDs que ponía ‘X’, y yo creía que era ‘Factor X’, o los ‘X-men’… pero allí salió una enfermera muy peluda», relataba con su característico sentido del humor.
Ahora que está en Honduras, probablemente Montoya pase mucho tiempo sin catar una mujer, y es que con el hambre, el frío y las penurias la libido baja a niveles cercanos a cero: «Aquí no me sale ni mirar tetas ni mirar culos. Vaya ruina», confesaba el sevillano a Damián y Almácor, y eso que está rodeado de chicas en bañador.